¿Alguna vez te has sentido superado por las circunstancias en tu puesto de trabajo? Aunque su origen es anterior, una de las secuelas que nos ha dejado la crisis sanitaria provocada por la COVID-19 son las interminables jornadas de trabajo, y con ellas el síndrome de burnout o síndrome del trabajador quemado.
Un trastorno emocional que de no tratarse puede degenerar en patologías físicas o mentales, incapacitando al trabajador para su desempeño laboral. Se estima que 6 de cada 100 empleados lo padecen, aunque su prevalencia en ciertos sectores asciende al 66,6%.
¿Qué es el síndrome de burnout?
Para definir qué es el síndrome de burnout, debemos atender a las condiciones psicosociales del trabajo y a la personalidad y estilo de vida del trabajador. La exigencia física o emocional del puesto genera en él un estrés crónico que somatiza y que afecta a su rendimiento y vida personal.
Herbert Freudenberger fue el primero, en 1974, en teorizar sobre este síndrome que definió como “la sensación de fracaso percibida por el trabajador” ante la sobrecarga de tareas que le son encomendadas y que le obliga a prolongar su jornada más allá de su horario oficial.
En 1986 Christina Maslach y Susan Jackson introdujeron los conceptos de agotamiento emocional, baja realización personal y despersonalización para definirlo, apuntando a los profesionales que trabajan con personas como los más vulnerables a manifestarlo.
En 1988 Pines y Aronson aportaron la definición más amplia y extendida al contemplar a todos los profesionales como susceptibles de sufrir desgaste físico, psíquico y emocional fruto de una elevada exigencia de energía al ejecutar su trabajo.
No debes confundir este síndrome con el estrés laboral, ya que representa su versión exponencial al sostener en el tiempo los efectos nocivos (físicos, cognitivos y emocionales) del estrés, especialmente dañinos en los profesionales vocacionales que atienden a personas. El estrés laboral se caracteriza por la implicación desmedida y la hipersensibilidad emocional ante las tareas. Por otro lado, el trabajador quemado se sitúa en sus antípodas. Se siente improductivo, apático, frustrado, poco valorado, cínico e incluso agresivo en el trato personal.
¿Existe un solo tipo de síndrome de burnout?
Algunos autores distinguen 2 tipos del síndrome que analizamos. Así, existe el síndrome de burnout activo y el pasivo. Veamos en qué se diferencian:
Síndrome del trabajador quemado activo
El empleado es asertivo y comunica sus dificultades o inquietudes de forma clara y respetuosa. El origen de su desgate reside en agentes externos a la empresa.
Síndrome del trabajador quemado pasivo.
El empleado se muestra apático y carece de estrategias efectivas de afrontamiento del estrés. El detonante de su malestar está enraizado en las condiciones psicosociales del trabajo.
Causas del síndrome del trabajador quemado
Pese a interferir negativamente en la calidad del trabajo y en el bienestar del empleado, este síndrome no consta en la Clasificación Internacional de Enfermedades. En el año 2000 la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo adhirió a los factores de riesgo laboral.
Sus desencadenantes están íntimamente ligados al entorno laboral y a la personalidad del trabajador. Sin embargo, la coexistencia de actividades de gran exigencia fuera del trabajo o de eventos personales que le producen estrés actúa como un factor acelerador.
En este sentido, al enumerar las causas del síndrome del trabajador quemado debemos tomar en cuenta tanto las intrínsecas a la persona como las extrínsecas. Las resumimos a continuación.
Causas intrínsecas de la persona
- Posee una baja tolerancia a la frustración y adolece de recursos efectivos para afrontar el estrés.
- Es perfeccionista, dependiente y sus expectativas a largo plazo en la empresa no son acordes a la realidad.
- Se siente infravalorado, desmotivado y abrumado por la situación. Tiende a minimizar los logros alcanzados en el pasado.
- Es incapaz de practicar una comunicación asertiva.
- La conciliación con su vida familiar le resulta costosa.
Causas externas o condiciones psicosociales del trabajo
- El volumen de trabajo es excesivo y no puede completarlo en sus horas de trabajo. No cuenta con un relevo en el que delegar.
- Se trata de un trabajo fuera de su conocimiento, para el que no ha sido formado o que no le interesa.
- La excesiva burocratización le priva del feedback y de la autonomía que necesita para ejecutar el trabajo como quisiera.
- En la empresa no existe un plan de prevención de riesgos psicosociales.
- Se han producido conflictos con sus compañeros, con los usuarios o clientes por su actitud pasiva e insensible.
Síntomas del síndrome de burnout
Como estarás intuyendo, los signos y síntomas del síndrome de burnout se clasifican en físicos y psíquicos, ya que se trata de un trastorno emocional del trabajo que conduce a una respuesta somática, de graves consecuencias si no es tratado médicamente.
Síntomas físicos
- Dolor de cabeza o de espalda
- Tensión o debilidad muscular
- Náuseas o vómitos
- Aumento o pérdida del apetito
- Dificultad para respirar, sensación de ahogo
- Sudoración
- Temblores
- Insomnio
- Taquicardia
- Tartamudeo
Síntomas psíquicos
- Dificultad para concentrarse y tomar decisiones
- Desmotivación, frustración, tristeza
- Irritabilidad, y en algunos casos agresividad
- Apatía hacia las tareas y desapego emocional
- Sentimiento de soledad y autoaislamiento
Diagnóstico
Es un proceso complejo que se dilata en el tiempo. Por tanto, para su correcto diagnóstico es preciso acudir a un profesional acreditado que sea capaz de valorar cada caso y prescribir el tratamiento idóneo al mismo tomando en consideración todos sus componentes.
Existen varias pruebas y mediciones protocolizadas al respecto. Sin embargo, el cuestionario que Christina Maslach creó en 1981, el Maslach Burnout Inventory (MBI), es el más utilizado.
En él se ponderan los 3 elementos que integran el síndrome que nos ocupa: el agotamiento emocional, la baja realización personal y la despersonalización.
Dichos componentes son medidos a partir de 22 ítems que deben ser puntuados del 0 al 6. Cuanto más alta es la puntuación total obtenida mayor constancia existe de la concurrencia del síndrome del trabajador quemado.
Tratamiento del síndrome de burnout
La psicoterapia
La psicoterapia resulta imprescindible para abordarlo de forma temprana y prevenir así que derive en depresión, ansiedad crónica o en conductas suicidas o psicóticas.
La administración de fármacos queda supeditada al criterio del especialista en función de la gravedad y de las particularidades de cada paciente. Pese a estar contraindicado, siempre existe la tentación de automedicarse con psicofármacos.
El tratamiento psicológico solo será efectivo cuando el trabajador quemado tome conciencia de cuáles son los síntomas que presenta y las consecuencias. No solo para él, sino también para los que le rodean, asociadas a la situación que está viviendo.
Este síndrome es más prevalente en los profesionales que tratan con personas, por la elevada carga emocional que deben desplegar, algunas de ellas de gran calado social como médicos, enfermeras, policías o profesores.
A través del autoanálisis el psicólogo ayuda al paciente a identificar las situaciones que le producen estrés. También, a esclarecer de qué forma poco adaptativa estas se traducen en cinismo, frustración, desmotivación y en un trato injusto consigo mismo e inapropiado con los demás.
Terapia cognitivo-conductual
La reestructuración de las creencias y expectativas mediante la terapia cognitivo-conductual es el siguiente paso de su abordaje terapéutico. El trabajador debe analizar qué asunciones y autoexigencias no se ajustan a la realidad y le causan un estrés que no sabe gestionar.
En algunos casos convendrá dejar ese trabajo y en otros, rebajar las pretensiones comprendiendo que las tareas encomendadas, aunque disten de lo que uno planeaba para su carrera, son una oportunidad para adquirir nuevas competencias.
Técnicas de relajación
Probar técnicas de relajación para aprender a respirar, desarrollar la resilencia y la asertividad, así como reconocer las fortalezas y debilidades propias forman igualmente parte de la terapia psicológica indicada.
Hábitos saludables
Adquirir hábitos saludables como seguir una dieta variada, dedicar tiempo al autocuidado, realizar actividad física de forma regular y no descuidar las relaciones sociales constituyen el último pilar orientado a mejorar la autoestima y desviar la atención hacia vivencias constructivas.
Consecuencias del síndrome del trabajador quemado
Los efectos secundarios del desgaste profesional no son un tema menor. De hecho, transcienden el malestar del trabajador e involucran a la sociedad al suponer un inasumible coste económico y social. Sin duda, el síndrome de burnout es un mal social a evitar.
Para la persona
El trabajador quemado es objeto de consecuencias físicas, psíquicas y emocionales que deterioran su salud, su rendimiento, su vida familiar y personal.
Consecuencias físicas
- Caída del cabello
- Contracturas musculares
- Afecciones cardiovasculares
- Patologías respiratorias
- Problemas dermatológicos
- Disfunción sexual
- Trastornos gastrointestinales
- Debilitamiento del sistema inmunológico y mayor predisposición a contraer resfriados e infecciones
Consecuencias psíquicas
- Ansiedad
- Depresión
- Fatiga crónica
- Adicciones de todo tipo
- Conductas autolesivas o suicidas
Consecuencias sociales
- Tendencia al autoaislamiento y a los conflictos familiares
- Apatía social
- El estrés cognitivo y físico eleva la probabilidad de sufrir accidentes
Para la empresa
Es evidente que el absentismo laboral derivado de este síndrome supone una drástica rebaja en la competitividad y productividad de cualquier empresa. La compañía pierde en la calidad de aquello se produce o del servicio que presta y gana en accidentes y siniestralidad.
Para la sociedad, un contexto empresarial plagado de trabajadores desmotivados e improductivos conlleva un indudable coste de oportunidad para la economía del país y sobrecarga el sistema de salud, con los costes que de ello se derivan.
¿Es posible prevenirlo?
El mejor tratamiento siempre es la prevención. Por ello, resulta determinante actuar con premura ante la detección de los primeros síntomas.
En el ámbito personal
Si observas que cada vez te cuesta más llevar a cabo tu trabajo porque estás sobrecargado, te sientes infravalorado y te muestras frío en tus interacciones sociales, toma acción estableciendo ciertos límites:
- Respeta tus horarios de trabajo y sé rutinario
- Presta una mayor atención a tu descanso
- Comienza a dedicar tiempo a aquello que te gusta hacer
- Practica algún deporte. Si es al aire libre o en la naturaleza, mejor
- Busca apoyo emocional de calidad en tu círculo más cercano
Es posible que, si no reorganizas tus pensamientos y prioridades, la frustración, el estrés y la apatía vuelvan a apoderarse de ti. Una vez has experimentado agotamiento físico, mental y emocional por el trabajo no debes perder de vista el riesgo de recaer.
Por tanto, te recomendamos que consolides estos buenos hábitos y los normalices en tu día a día. Pon el foco en el corto plazo y no sobredimensiones el significado de la responsabilidad. Interioriza el hecho de que tu energía es limitada y que no puedes controlarlo todo.
Aprender a relativizar y a poner las experiencias en perspectiva resulta muy útil y terapéutico para rebajar la tensión que muchas veces nos autoimponemos tratando de llegar a todo. El trabajo de calidad es aquel que se realiza de forma consciente, cuidando la emocionalidad.
En el ámbito laboral
Desde el ámbito de la empresa, resulta indispensable que se habiliten mecanismos que eviten los cuellos de botella y las sobrecargas de trabajo. Los empleados deben disponer de la formación, de los recursos y herramientas pertinentes para ejercer sus funciones adecuadamente.
La organización, la comunicación y la concienciación sobre el verdadero riesgo que esconde este síndrome son aspectos en torno a los cuales deben reflexionar todas las empresas, dedicándole los medios y la importancia que merece.
Como ves, el síndrome de burnout es un trastorno del que nadie está exento, con independencia de cuál sea el sector de actividad al que nos dediquemos. Ante los primeros síntomas no lo dejes pasar y ponte en manos de un profesional. Tú eres tu mayor activo.